Por Alexandre Azevedo, director de la unidad TOTVS Private
La posición de CIO (siglas en inglés Chief Information Officer) surgió inicialmente como una evolución de la posición de director de TI en las organizaciones. Originalmente, este cambio de nomenclatura buscaba traducir el aumento de la importancia de una posición que antes se centraba sólo en la planificación del área de TI en las empresas. Esta adaptación fue necesaria en la medida en que las tecnologías evolucionaron y acabaron permeando, de manera contundente, todas las áreas de negocio de una organización, al punto de ser imposible disociar los procesos críticos de una compañía de las herramientas que utilizan. Un ejemplo de esto son las instituciones financieras. ¿Alguien logra imaginar un banco siendo competitivo sin la banca por internet? Y en este ciclo de cambios, el perfil del ejecutivo en la posición de CIO necesita evolucionar -o ya debería haberlo hecho.
El presente está mucho más lejos de eso cuando vemos que todavía es un patrón en la mayoría de las principales compañías latinoamericanas donde el CIO responde al director financiero y no al director ejecutivo. Esto sucede porque culturalmente, la función de TI en América Latina aún es vista como un generador de gastos y no como un facilitador de estrategias empresariales, como sucede en los Estados Unidos y en los países europeos con mayores índices de competitividad.
Esta característica es aún más evidente en la última edición de la encuesta anual realizada por Gartner con directores latinoamericanos, la cual mostró que la optimización de costos es una de las principales preocupaciones de los ejecutivos en la región. El estudio señala que la actuación de estos profesionales todavía se centra en la búsqueda de mejoras de la eficiencia operativa y la reducción de gastos. Cuestiones importantes, pero no son en esencia, las estrategias de crecimiento de una empresa.
Para superar esta resistencia no es suficiente pensar que el problema está sólo en la cultura o en una inflexibilidad impuesta por otros actores, como el CEO, el CFO o los accionistas. Los verdaderos obstáculos son precisamente las características que hicieron posible el éxito de los ejecutivos de TI en el pasado, como el alto nivel de especialización técnica y el foco en la gestión del presupuesto.
El nuevo CIO necesita ser más generalista, comprender los principales impulsores de cada área de negocio para poder apoyar a sus compañeros en sus retos empresariales. Él también necesita conocer profundamente el segmento de mercado en el que su empresa está inmersa para ser capaz de usar las nuevas tecnologías en aquello que generará mayor valor para sus clientes, empleados y la comunidad.
Revisemos el ejemplo de un CIO cliente de TOTVS. Empleado de una gran empresa de construcción, él recibió una propuesta para actuar en un segmento totalmente diferente, el de alimentos. Recientemente, el ejecutivo comentó que está teniendo que reaprender casi todo lo relacionado con la función de CIO a pesar de tener muchos años de experiencia en la función, pues las necesidades de su nuevo mercado objetivo requieren de otras habilidades y desafíos diferentes. Como su formación y desempeño profesional nunca estuvieron limitados a cuestiones técnicas, pero si complementadas por capacitaciones en negocios y finanzas, y porque él vio desde el principio que su rendimiento dependía crucialmente de su rápida capacidad de aprendizaje y adaptación, en un corto período tiempo de transición, él ganó la confianza del Presidente y del C–level de la empresa. Y esto es exactamente lo que las grandes empresas quieren: un vicepresidente estratégico y no sólo el «rostro de TI».
El mercado es cada vez más competitivo y los ejecutivos poseen una experiencia más amplia, sin dejar atrás el ADN tecnológico. La adaptación para este perfil es el punto crucial en el cambio de paradigma y la oportunidad de llegar a ser fundamental en la empresa. De esta forma, el CIO puede hacer que el área de TI deje de ser sólo un departamento que apoye operaciones diarias para convertirse en un área clave en los objetivos de negocio, ayudando a las empresas a alcanzar sus objetivos.
En un mundo en el que las tendencias como la transformación digital ya están modificando las relaciones profesionales y la dinámica de los resultados de una empresa, el CIO necesita comprender más rápidamente su papel estratégico para ser el ejecutivo que conquistará un lugar junto a los CEO.