Mala nutrición de la gestante también puede provocar a futuro la obesidad del infante.
Cuidado, sí vive en Perú y tiene hijos, su niño puede ser uno de los 35 millones de infantes con sobrepeso que vive en países en desarrollo, como nuestro país, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); o quizás ser uno de los cuatro niños, entre 5 y 12 años, que tiene obesidad, según encuestas nacionales.
Si bien antes se pensaba que un niño gordito es un niño sano, ahora se sabe que esos kilitos demás pueden ser el detonante –a mediano y largo plazo- de enfermedades odontológicas, cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor (osteartritis) y hasta cáncer, señala la nutricionista del Centro Médico Integramédica de Megaplaza Cynthia Mesías.
Además de que su hoy pequeño tiene mayores probabilidades de continuar con su obesidad al ser adulto y acelerar la aparición de enfermedades; y peor aún si al momento de la concepción uno de los padres tenía exceso de peso el niño tiene el 40% de riesgo de ser obeso de adulto y, si ambos progenitores presentaban exceso de peso durante la concepción el niño tiene el 80% de riesgo de ser obeso en la adultez señala la licenciada Cynthia Mesías.
La obesidad infantil se debe a la suma de varias causas, entre ellas el exceso de azúcares y grasas en la dieta del infante. Y es que en países de medianos ingresos y –especialmente en zonas urbanas- ocurre la doble carga de morbilidad. Es decir, que varios niños que nacen con desnutrición debido a una inadecuada alimentación en la gestante, luego se convierten en niños con sobrepeso u obesidad ya que su organismo crea un mecanismo de defensa de almacenaje de calorías al haber estado sometido a una subnutrición fetal, pudiendo presentar ambas enfermedades a la vez, esto se le conoce como epigenética.
La especialista de Integramédica refiere que esto se debe a la falta de planificación familiar y a la desinformación de los padres sobre temas de nutrición, y este problema continúa durante la lactancia y se agudiza en la etapa preescolar y escolar, donde los niños tienen más poder de decisión y la mayoría de veces al no tener una educación nutricional escogen productos poco saludables. A esto se suma la poca actividad física en la vida del niño.
En tal sentido, Mesías Sáenz recomienda incrementar el consumo de alimentos ricos en fibra como las frutas frescas (no en jugos), verduras, cereales (quinua, trigo, avena), menestras y alimentos con grasas buenas (palta, aceitunas, almendras, nueces, etc.) en la dieta de los niños; reducir la ingesta de azucares refinados y grasas saturadas, así como, fomentar la práctica de actividad física en los niños, en forma paulatina, hasta cumplir los 60 minutos diarios.